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Armonía geopolítica de los países del extremo sur de América (página 2)




Enviado por adriango32



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Estamos seguros que sobre esa problemática Argentina y Chile tienen mucho para decir. Los hechos históricos así lo corroboran. Por fortuna sus pueblos, de manera amplia aunque con ciertas excepciones, han tenido todo esto muy bien en claro. Se ha recurrido y confiado invariablemente a la acción diplomática (vía arbitrajes) para zanjar controversias, por lo general, de enorme complejidad.

También es cierto -y hasta lógico- que las perspectivas difieren según el punto de observación. E igualmente, que las soluciones alcanzadas a lo largo del tiempo no siempre han satisfecho las legítimas aspiraciones geopolíticas de cada país.

Se hizo evidente que alguna de las partes, en determinadas circunstancias, pudo, no sin cierta razón, sentirse más afectado que la otra, con motivo de las decisiones arbítrales y las consecuencias derivadas de las mismas. Empero, a nuestro juicio, tales serían las reglas del juego geoestratégico inter estados soberanos.

Y es aquí donde venimos a formular la propuesta de conjugación armónica entre las respectivas geopolíticas, pensando desde ya en lograr una tan verdadera como consistente integración política, cultural y económica, que a la brevedad represente un arquetipo para todos los países hermanos de Latinoamérica.

Por otra parte, advertimos que ello implica una firme e inteligente toma de posición ante el sostenido avance de las geopolíticas planetarias de las grandes potencias que, como no se ignora, ingeniosa y permanentemente adecuan y resideñan sus respectivas visiones pragmáticas a las propias realidades e intereses geoestratégicos y geoeconómicos, procurando al mismo tiempo que el resto de las naciones, en mayor o medida, paulatinamente se amolde a sus exigencias operativas e ideológicas.

Aludimos directamente al sutilísimo despliegue de la geopolítica británica en el Cono Sur de América, cuyo espacio constituye en la actualidad un objetivo foco de disputas hegemónicas; en particular, con los Estados Unidos, sin mencionar por ahora otros poderes que procuran terciar en el tablero americano del ajedrez geopolítico.

Seguidamente proseguimos con un sucinto análisis crítico de los enfoques geopolíticos de Argentina y Chile, recurriendo al método histórico.

3. Geopolítica en Argentina

Considerando las premisas enunciadas en la indagación semántica alrededor del concepto y el sentido que para nosotros tiene (o tendría) la palabra geopolítica, podría aseverarse que en Argentina, salvo algunas excepciones en determinadas etapas históricas, no se ha desplegado una eficaz acción geopolítica digna de encomio. Siempre, claro está, comparativamente a la desarrollada por la hermana República de Chile a lo largo de gran parte de su evolución histórica.

Por ejemplo, en la época de Rosas sí podemos inferir que se concretó una saludable experiencia geopolítica ya desde su primer gobierno (1829 a 1832), y en 1833 con su notable expedición al desierto para pacificar a los aborígenes, ensanchar la extensión de tierras aprovechables a las economías agrícola y ganadera y resguardar las fronteras nacionales; todo ello, como lo registra la historia, sin agresividad o ánimo de conquista territorial alguna a expensas de ningún vecino. Accionar éste confirmado años después durante sus mandatos sucesivos (1835 a 1952), al abocarse con firmeza e insistencia en la defensa y consolidación de la soberanía argentina frente a las intervenciones armadas de Inglaterra y Francia; por entonces, las dos mayores potencias mundiales.

Actitudes geopolíticas de no agresión que, de manera regular y constante, llevarían a cabo la totalidad de los gobiernos hasta el presente. Y sin temor a equívocos, estamos en condiciones de afirmar que no se advierte en la historia argentina acto alguno encauzado a apropiarse de otros espacios geográficos; naturalmente, como no haya sido el malogrado intento de recuperación de nuestras islas Malvinas en abril de 1982.

Al contrario, y es de lamentar, sí podemos censurar desde una óptica argentina, la desaprensión, la desidia y aún la irresponsabilidad puestas en evidencia por ciertas figuras relevantes de nuestro pasado nacional (cuya descripción excedería los límites de este trabajo), quienes desaprensiva e incomprensiblemente no atinaron a preservar e incluso hasta impulsaron la gradual desmembración y casi disgregación de la configuración espacial heredada en 1810, cuando la ruptura revolucionaria con España; legado espacial sobre el cual teníamos irrecusables derechos, según el principio del "uti possidetis juri".

De esa forma, los estados que conquistaban sus respectivas independencias, acordaron, desde luego sin la firma de tratado alguno, respetar los límites geográficos de las gobernaciones, capitanías o virreinatos que estos países heredaban de la Madre Patria, conforme se transformaban en novísimas naciones.[1]

Y advertimos que, a pesar de no haberse llegado a un acuerdo definitivo, dicha concepción fue reafirmada en el Congreso de Lima de 1848, en razón de estimarse ello como un asunto a tratar entre naciones limítrofes.[2]

Además, recordamos el "Tratado de Amistad, Alianza, Comercio y Navegación" suscripto en 1826 entre Chile y Argentina, "que garantiza los límites de dichas repúblicas antes de su emancipación o posteriormente" (se entiende, cuando no existiera un tratado que los modificara entre 1810 y 1826).[3]

Andando el tiempo y con la lógica expectativa argentina, Chile fue remodelando y rediseñando su geopolítica de fronteras respecto de nuestro país, a través de los acontecimientos que, siendo harto conocidos, no sería éste el lugar oportuno para su detallado relato, y que en definitiva sólo nos llevaría a reeditar las interminables discusiones y desavenencias que signaron buena parte de la historia de ambos estados.

En 1949, el gobierno argentino (diez años antes que el Tratado de Roma, impulsando la formación del Mercado Común Europeo) promovió la realización del Tratado de Complementación Económica firmado en Santiago de Chile, a fin de lograr una comunidad económica sudamericana, con los mismos objetivos; ejemplar tratado al que adhirieron otros países, pero, como sabemos, fue hostilizado, obstaculizado y finalmente quebrado por la presión de los Estados Unidos y la imposición de su Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), que, como señalara Perón en reiteradas ocasiones, al no permitir la unificación, ni asegurar el libre comercio en un mundo organizado en mercados comunes, conforma algo que no tendría razón de ser[4]

4. Geopolítica en Chile

Desde nuestra perspectiva, para entender los lineamientos fundacionales de la geopolítica chilena, tendríamos que remontarnos al más insigne de sus precursores: don Bernardo O"Higgins. Quien, el 20 de agosto de 1831, en nota al Capitán Coghlan de la marina británica, lúcidamente expresando su pensamiento sobre los límites y las posibilidades futuras de su patria, expresaba: "Una simple mirada al mapa de Sudamérica basta para probar que Chile, tal como queda descrito, posee las llaves de esta vasta porción del Atlántico Sur".[5]

Los hechos posteriores fueron confirmando ese naciente ideario geopolítico, consolidado sucesivamente por los estudios de eminencias tales como: Mariano Egaña, Diego Portales, Manuel Bulnes, Manuel Montt, José Joaquín Pérez, Federico Errázuriz Zañartú, Aníbal Pinto, Domingo Santa María, José Manuel Balmaceda, Jorge Montt otros, hasta uno contemporáneo, Augusto Pinochet Ugarte.

Y es precisamente Pinochet, en su conocido tratado de "Geopolítica", quien, completando el pensamiento elaborado por los geopolíticos trasandinos, sostiene entre otros conceptos que, "El hombre para su desarrollo requiere espacio, ocurriendo igual cosa con el Estado mientras éste se encuentra en crecimiento, necesita abarcar mayores espacios". Que "La conquista de territorios es, en la época moderna, un serio problema para el estado conquistador y sólo se obtiene el logro de una mayor superficie con una gradación del simple contacto al dominio total, pero ello es motivo de un largo período de años". Más adelante, que "Uno de los objetivos de la Geopolítica es el de proporcionarnos antecedentes sobre la posible aplicación, utilización de las leyes especiales en la política exterior del Estado y en el período de desarrollo" Y que la Geopolítica "ha llegado a considerarse como la herramienta del pensamiento y de la acción política; más aún, ella debe llegar a ser la conciencia geográfica del Estado y la inspiración de los diversos objetivos internos y externos que éste debe alcanzar"[6].

Apreciamos que tales expresiones resultan lo bastante abiertas para entender la permanencia, firmeza y coherencia del pensamiento geopolítico de una nación plenamente consubstanciada con sus legítimos ideales de grandeza y prosperidad; ideales que no discutimos y menos aún censuramos, pero que sí, creemos, deben ponerse en armonía con los de los demás países hermanos. Claro está, si realmente se pretende conseguir la verdadera y genuina integración entre sus pares.

5. Conclusión

Puestas ambas manifestaciones geopolíticas, no en confrontación, sino de manera descriptiva de sus principales fundamentos, evolución y perspectivas al presente, entendemos que sí puede intentarse una aproximación con miras al equilibrio originariamente buscado.

No se ignora que con el despliegue de la vida independiente de nuestros países, emergió una complejísima serie de intereses cada vez más alejados de la plenitud solidaria que se aguardaba prevaleciera, frente a la totalidad de los avatares de una en verdad azarosa historia en el campo de las relaciones internacionales.

Y, tras la ardua estructuración geopolítica de los espacios virreinales realizada por España, fueron apareciendo y manifestado de modo creciente, en oportunidad de las sucesivas rupturas con la misma, los desencuentros que posibilitaron las profundas escisiones geoestratégicas de Hispanoamérica en el siglo XIX, cuando intensamente afloraron las deplorables tendencias centrífugas, en grado sumo y con sagaz paciencia estimuladas por Inglaterra, ya directa o sutilmente conforme a su inveterada -y por ello no menos brillante- astucia política, de la cual nuestros pueblos están en condiciones de dar pruebas más que suficientes.

En consecuencia, a esta altura de nuestro análisis estimamos la necesidad de hallar el adecuado enfoque que nos permita arribar al punto de armonía propuesto, con el objetivo de integrar definitiva y equilibradamente a nuestros pueblos.

Ello en razón de que, hasta el momento, los esfuerzos realizados y las escasas cristalizaciones alcanzadas, fueron, como bien señalara -entre otros- Díaz Loza, insuficientes "para lograr una concientización totalizadora de los sectores dirigentes que se han turnado en el gobierno de los distintos países"; atinadamente agregando que la "persistencia en la concepción geopolítica signada por la dependencia, individualista o divergente, y a menudo con aspiraciones de hegemonía entre los pueblos hermanos, los ha hecho olvidar o bien confundir a los reales adversarios"[7].

Es muy cierto que la geopolítica vigente ha llegado a constituir un resabio de la aplicada durante el siglo XIX, no habiendo podido hasta nuestros días, "superar la conmoción deficitaria y vetusta de una época pasada"; de modo tal que, en tanto ella subsista, resultará "difícil imaginar las posibilidades de una solución del problema que nos aqueja"… y nos convoca[8]

Solución que podría encontrarse, nos parece, factibilizando una perspectiva holística de la geopolítica, a través de un redimensionamiento "de las propias capacidades y cursos de acción válidos". Y quizá más todavía, acudiendo a la probable compatibilización de los recíprocos intereses nacionales, con la efectiva y meridiana "identificación de los reales enemigos, sus prioridades, capacidades, vulnerabilidades debilidades".[9]

Y nos remitimos ahora a la noción de geopolítica enunciada precedentemente. Vale decir, a la cosmovisión humanística que, con singular destreza y prudencia, interrelaciona política gubernamental, espacio geográfico y tiempo histórico, teniendo siempre presente la vislumbrada finalidad de conducir nuestros países en orden a la verdad, la justicia y el bien común; todo lo cual nos permitirá, insistimos, conseguir el anhelado equilibrio geopolítico en un marco de auténtica hermandad y consiguiente y duradera solidaridad; esto, hoy por hoy y con certeza, impostergable e irrecusable.

De acuerdo a esto, y conscientes de hallarnos inmersos en la era de la globalización y casi absorbidos por la irresistible invasión global de colosales poderes mundialistas, que en la actualidad intentan diseñar y rediseñar no sólo los espacios geográficos, sino todas las formas de hacer política, estamos firmemente convencidos de que con la vigencia real y generalizada de una nueva y genuina concepción geopolítica, como la que modestamente decidimos presentar en este Seminario internacional, sea tal vez posible superar la vieja discordancia que nos trajo aparejada la herencia espacial recibida de la madre Patria, poniendo fin a nuestros desencuentros y delineado a partir de allí políticas y estrategias comunes que nos habiliten para dilucidar y hacer evidente la intencionalidad erosiva y disociadora de enemigos comunes.

6. Bibliografía

RANDLE, Patricio H. "Soberanía global. Adónde lleva el mundialismo". Ciudad argentina. Buenos Aires.1999.

SALBUCCI, Adrián. "El cerebro del mundo. La cara oculta de la globalización". Ediciones del Copista. Córdoba. 1999.

DÍAZ LOZA, Florentino. "Geopolítica para la Patria grande". Ediciones Temática. Buenos aires. 1987.

GUALCO, Jorge Nelson. "Cono Sur: elección de un destino". Compañía General Fabril Editora. Buenos aires. 1972.

FRAGA, Jorge A. "La Argentina y el Atlántico Sur". Editorial Pleamar. Buenos Aires.1983.

MARINI, José F. "El conocimiento geopolítico". Buenos Aires. 1983

ÍSOLA, BERRA, PUIG, ROCCATAGLIATA y FRAGA. "Introducción a la Geopolítica Argentina". Editorial Pleamar. Buenos Aires. 1983.

DALLANEGRA PEDRAZA, TERESINA DE CASTRO, Balmaceda y QUAGLIOTTI DE BELLIS. "Geopolítica y Relaciones Internacionales". Editorial Pleamar. Buenos Aires. 1981.

FERRARI, Gustavo. "Conflicto y paz con Chile (1898-1903)". EUDEBA. Buenos Aires. 1969.

 

 

Autor:

Prof. René Alberto Rodríguez

Prof. Rubén Adrián Jaime

Universidad Nacional de Villa María

adriango32[arroba]hotmail.com

[1] Rodr?guez Z?a, Jorge: ?de mar a mar?. Editorial Moharra. Buenos Aires. 1978.

[2] Ib?d.

[3] Ib?d.

[4] Per?n, Juan D. ?Latinoam?rica ahora o nunca?. 23 de septiembre de 1967.

[5] D?az Loza, F. ?Geopol?tica de Chile?, en el N? 48 de la revista ?Estrategia? de sept.-oct./1977. Buenos Aires.

[6] Pinochet, Augusto. ?Geopol?tica de Chile?, citado por D?az Loza en el N? 48 de la Revista ?Estrategia? de 1977.

[7] D?az Loza, F. Ob. cit.

[8] Ib?d.

[9] Ib?d.

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